El juego sin reglas que todos estamos jugando
- Valerie Rodas Moys
- 10 nov 2017
- 3 Min. de lectura
Nerve, un juego sin reglas. Trama: Vee Delmonico (Emma Roberts) es una joven y tímida estudiante de secundaria que decide apuntarse a Nerve, un provocativo juego online de verdad o atrevimiento en el que una audiencia observa todo, vota y además comenta. Al principio logra mucho éxito y disfruta la situación, sobre todo gracias a los premios que ofrece el juego, que parecen estar diseñados especialmente para ella. Así, empieza a competir junto a un misterioso extraño (Dave Franco), que será su compañero de equipo. Pero, a medida que sube niveles, Nerve evoluciona y Vee se verá envuelta en una peligrosa situación de vida o muerte de la que tendrá que intentar salir.
Lo anterior es un película que ya no es ficción, todos vivimos un juego sin reglas en las redes sociales, whatsapp, facebook, instagram, twitter, snapchat y cualquiera otra que se esté de moda. Nos dejamos manipular, ahora tenemos que compartir nuestra vida con los demás, es una ilógica necesidad que es parte de nuestro día a día, en menor o mayor escala todos hemos sido víctimas de publicar un suceso de nuestra vida en una plataforma virtual y sentirnos exitosos por medio de comentarios, vistas, favs, likes o como se llamen todos los botoncitos de “autoestima virtual”. Aún peor, nos hemos atrevido a opinar sobre la vida de alguien más y burlarnos compartiendo memes que nos parecen divertidos, algunos se han atrevido (porque de eso si me declaro inocente) a robar palabras de alguien más y publicarlas como “frases de vida” en nombre propio; qué decir de los que hemos juzgado a alguien por una imagen, vamos por las redes sacando conclusiones de todo sin conocer nada. Hemos llegado a ser tan descarados que hasta a Dios hemos utilizado para “publicarle” un agradecimiento, como dijo sabiamente alguien “Dios no tiene facebook” y es que claro está para todo cristiano que a Dios se le habla por medio de la oración.
Nos hicieron parte del juego y estamos perdiendo, perdimos mucho, perdimos momentos por obtener la “foto correcta”, perdimos amistades porque mandamos un emoji de más o de menos, reemplazamos el amor por una app que por medio de geolocalización decide quién es apto o no según nuestros “intereses” y en realidad es una aplicación más llena de sexo que otra cosa, perdimos el contacto físico y ganamos el virtual, más perjudicial que beneficioso para las nuevas generaciones que ahora no saben decir las cosas de frente; ganamos más suicidios debido al cyberbullying que permite el cobarde anonimato, incrementamos el abuso a animales y seres humanos mediante las transmisiones ofensivas en vivo de las cuales muchos disfrutan, pervertimos a nuestros niños desde temprana edad sin tener el control total de la información que reciben y les arrebatamos la diversión de juegos presenciales con otros niños.
Yo misma escribí en una ocasión respecto a las ventajas de las redes sociales pero hoy me detengo a pensar si pesa más lo bueno que lo malo; estamos distraídos constantemente, creemos saber “mucho” de tantas cosas porque nos bombardean de información y estamos olvidando las pocas cosas que realmente valen la pena; vivimos en una era “conectada” en términos de tecnología pero nos desconectamos cada vez más de la conciencia y el corazón, perdimos la habilidad de crear cosas inmensas y solamente seguimos desarrollando lo que otros ya hicieron. Qué juego macabro y sin reglas en el que estamos metidos, sé que abandonarlo ahora es complicado porque el mundo nos exige estar conectados de una u otra forma pero si no podemos salir del juego al menos cambiemos las reglas, seamos más humanos otra vez.
En el siguiente artículo “Sergio”, alguien que trabajó indirectamente para Facebook (porque esto es más barato para sus millonarios directivos aunque seguro a él no le pagaban bien) nos cuenta su versión de lo que sabe del "juego" y por qué, sabiamente, decidió salir http://www.bbc.com/mundo/noticias-41923608

Comments