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Yo estudié en el Winbridge =)

  • Valerie Rodas Moys
  • 3 oct 2017
  • 4 Min. de lectura

Algún día de enero del año 2004, en la ciudad de Guatemala, a unos meses de cumplir 14 años, soy alumna de nuevo ingreso en el Centro de Estudios Winbridge; estoy de pie en medio del patio del colegio después de salir corriendo de la clase siguiendo a todas al llamado de la “plenaria” -pienso que todas están locas y que no voy a encajar en tal “relajo”- veo a mi alrededor, hay decenas de alumnas, la mayoría se ve feliz, están esperando que pase algo que no entiendo en lo absoluto; la música comienza, suena a todo volumen una mezcla de marimba con guitarras y zampoñas, ya estoy más confundida que nunca, rápidamente forman círculos y se abrazan para saltar al ritmo de la música, me uno porque no tengo otra opción y siento en ese momento un chispazo inexplicable, sigo el ritmo de la música e inmediatamente pienso -qué buen rompe-hielo para los primeros días de clases- hay muchas sonrisas y la letra de la canción comienza, todas la entonan como el himno que les identifica, con orgullo, con ganas.


“...Entre los montes, cielos y el mar hay una tierra ancestral, este suelo anhela la paz… todos somos hijos y hermanos del maíz, todos tenemos en las manos a nuestro país… cultura y raza, no pierdas tu sentir, cultura y raza, no olvides SIEMPRE SEGUIR!...” Clic aquí para escuchar la canción completa.


Y en ese momento empezó en mí la cultura Winbridge; durante los años que estudié en el colegio yo era de esas “locas” que gritaban y brincaban al ritmo del “himno” llamado “Cultura y Raza” compuesta por el grupo Jhade que estaba conformado principalmente por maestros del colegio. Luego de un par de meses, vendría una de las experiencias más enriquecedoras en mi adolescencia, la Academia de Arte Raxela, esta era parte del programa educativo Winbridge. En Raxela se imparten talleres artísticos y como alumna podía elegir, según mis habilidades y gustos, el taller de mi preferencia, en base a esto tuve la oportunidad de pertenecer al taller de zampoña y el de percusión, este último, mi favorito.


Los ensayos de taller eran durante el ciclo escolar, el esfuerzo era para la presentación final ante padres de familia y público en general en la Gran Sala del Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias; un verdadero honor. Pertenecer a un taller daba la oportunidad de compartir con alumnas (en mis años de estudio, el colegio era solamente para mujeres, ahora es mixto) de todos los grados y carreras del colegio, formando así compañerismo, disciplina y responsabilidad, siguiendo un horario establecido después de clases para cada práctica y cuidando cada detalle de la presentación con la asesoría de maestros y maestras altamente capacitados en arte.


Había un taller que hacía gritar a todos y hasta la fecha lo sigue logrando, el taller de caporales, una representación del baile folklórico boliviano, un baile alegre, lleno de fuerza y trajes llenos de color, cascabeles que hacían retumbar la Gran Sala del Teatro Nacional y claro, que llenaban de alegría las instalaciones del colegio a lo largo del ciclo escolar. No era el único taller alegre, había samba, baile moderno, tap, salsa, baile africano, antaño, hip-hop y el elegante flamenco, entre otros. Todos los talleres eran importantes y cada una valoraba y representaba con orgullo a su taller en ese esperado día de presentación final, la “Noche Cultural Winbridge”. Durante el año vivíamos la emoción del tallaje de trajes, la selección y aplicación del maquillaje profesional que utilizaríamos ese día, los ensayos generales y por supuesto lo más importante para una artista, que era los que nos hacía sentir este evento, cuántos de nuestros familiares o amigos llegarían a ver la tan esperada "Noche Cultural".


Así fue estudiar en el Winbridge, un viaje cultural donde había tiempo para todo, para disfrutar de la presentación de un grupo nacional en el “patio de Raxela” (donde se hacían las plenarias), el viacrucis o retiro espiritual en Semana Santa, las clases de valores todas las mañanas, los problemas de física fundamental y matemática, los tiempos verbales del idioma español, las clases de música, las tareas de inglés, entre otras materias y sobre todo el desenvolvimiento artístico que es tan importante para una educación integral.


En el año 2017 se cumplen 30 años de la Academia de Arte Raxela y tuve la oportunidad de asistir a la Noche Cultural, llamada en esta ocasión"Sol de los Andes". 13 años después de haber sido yo quien estaba en ese escenario, fui espectadora de un escenario lleno de colores, luces y el característico olor del teatro; me sentí muy orgullosa de haber sido parte, aunque fuera un par de años, de esa gran familia llamada Winbridge.


Una sincera felicitación al equipo administrativo, educativo y artístico del colegio Winbridge ya que están formando ciudadanos cultos en una sociedad tan contaminada, están sembrando valores y amor por Guatemala a través de una curricula integral que incluye el amor al arte, algo que tristemente muy pocos centros educativos hacen actualmente. Les dejo unas palabras de la Directora del colegio aquí y un "siempre seguir" en la voz de algunas exalumnas que asisitimos al evento.


Me alegra saber que las cosas no han cambiado mucho desde que yo estudié en el Winbridge, clic aquí para ver una plenaría con "Cultura y Raza".

Noche Cultural Winbridge 2017


 
 
 

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